La Capitana En tus fogones, Capitana, el alma late, Un sabor ancestral que nunca se abate. En cada plato, un pedazo de historia, De tradiciones que perduran en gloria. Ají, cebolla, tomate, un trío perfecto, Sazonan tus guisos, un deleite correcto. Con cada bocado, el paladar se enciende, Un festín de sabores que nunca se entiende. Tus mesas, alegres, de familia y amigos, Donde la risa y el amor se conjugan con los higos. En tu ambiente cálido, el tiempo se detiene, Y el alma se nutre de lo que más conviene. Oh, Capitana, eres más que un lugar para comer, Eres un santuario donde el alma puede crecer. Con cada visita, te llevas un pedazo, De tu sabor único, que nunca se escapa..
Director
“En vez de enfocarte en la competencia, enfócate en el cliente.”
Gerente
“Acércate más que nunca a tus clientes. Tan cerca, de hecho, que puedas decirles qué necesitan antes de que lo sepan por sí mismos.”
Ejecutivo
“La calidad significa hacer lo mejor por el cliente, cuando nadie te está mirando.”
En las entrañas de una gran ciudad andina, nació un sueño culinario que se convertiría en un símbolo de identidad. Doña Jesús, una dama de manos ágiles y corazón generoso, abrió las puertas de su humilde hogar para compartir los sabores ancestrales de su familia. Con ollas humeantes y un fogón siempre encendido, La Capitana comenzó a servir platos que reconfortaban el alma y el estómago. Poco a poco, su fama trascendió las fronteras de la ciudad, atrayendo a comensales ansiosos de experimentar la auténtica gastronomía regional.
Con el paso del tiempo, La Capitana se transformó en un punto de encuentro para los lugareños y visitantes. Sus paredes de adobe y sillar se llenaron de recuerdos y anécdotas, mientras que sus mesas se colmaban de risas y conversaciones. Cada plato era una obra de arte, elaborado con ingredientes frescos de la huerta y sazonado con el amor de Doña Jesús. La picantería se convirtió en un referente de la identidad local, un lugar donde se celebraban las tradiciones y se forjaban amistades. Generación tras generación, La Capitana siguió cocinando historias y alimentando corazones, consolidándose como un legado culinario que perduraría en el tiempo.
Con el fin de dar lo mejor a sus clientes La Capitana Decidió invertir en capacitaciones para su equipo, buscando elevar la calidad de cada plato, desde la selección de los ingredientes hasta la presentación. Además, implementó talleres de atención al cliente, para que cada comensal se sintiera como en casa.
Con el tiempo, La Capitana se convirtió en un referente de la gastronomía arequipeña. Su menú se amplió, incorporando nuevas recetas sin perder su esencia. Los comensales destacaban no solo el sabor exquisito de sus platos, sino también la calidez del servicio y el ambiente acogedor. La Capitana había logrado su objetivo: una picantería donde la tradición se fusionaba con la innovación, ofreciendo una experiencia culinaria inolvidable.
En los próximos años, Picantería La Capitana se consolidará como un referente gastronómico peruano a nivel internacional, reconocido por su auténtica cocina arequipeña y su acogedor ambiente. Con una expansión estratégica a través de franquicias, la picantería llegará a nuevos mercados, manteniendo siempre la calidad y el sabor que la caracterizan. Además, La Capitana se compromete con la sostenibilidad, implementando prácticas amigables con el medio ambiente en todas sus operaciones y promoviendo el consumo de productos locales de alta calidad.